Lo que la izquierda calla de Monseñor Romero

Monseñor Romero no sólo criticaba al gobierno de turno o a los militares, habían palabras duras también para adúlteros, fornicarios, abortistas, homosexuales, ladrones, secuestradores, corruptos, asesinos, y demás personas que no vivían acorde a las enseñanzas de la Iglesia Católica.
Por Gustavo Rico
Muchas de las homilías de Monseñor Romero donde atacaba la inmoralidad de los salvadoreños no son muy replicadas en los medios ni en los políticos, aún así muchos hablan de Monseñor Romero cómo si le conocieran de verdad, o se dejan llevar por el perfil que lo describen de manera errónea, a cuatro décadas de su muerte, aún no se hace eco de los señalamientos a la inmoralidad que el prelado hacía con rigurosidad desde el púlpito. A su imagen se le han querido poner banderas, luchas, frases y hasta hechos que nunca dijo ni hizo, lo cual ha sido criticado duramente por la Iglesia Católica desde sus máximos representantes cómo Juan Pablo II hasta el Papa Francisco, quienes han dejado claro que Monseñor Óscar Arnulfo Romero pertenece al pueblo, a la Iglesia, y a todo aquel que lo tenga cómo un hombre bueno y justo.
La imagen de Monseñor Romero debe usarse más para la unión entre hermanos que para otros fines, de Monseñor Romero se dice lo que se quiere o lo que le conviene a quién lo menciona. El religioso era una persona muy humilde que gustaba de sentarse con la gente pobre, comer con ellos, caminar con ellos, y platicar durante horas con ellos, sus innumerables fotos en dichas circunstancias lo demuestran.
1977 sería un año que marcaría un antes y un después en la vida de Óscar Arnulfo Romero y Galdámez. Antes de dejar la presidencia ese mismo año, el Coronel Arturo Armando Molina había expulsado del territorio salvadoreño a los sacerdotes Bernard Survill, Willibrord Denaux, y Mario Bernal, días antes que el general Carlos Humberto Romero del Partido de Conciliación Nacional tomase el poder.
El 22 de febrero Óscar Arnulfo Romero se convierte en Arzobispo de San Salvador por nombramiento del Papa Pablo VI. a veintidós días después de ser Arzobispo, Óscar Romero recibe la noticia del asesinato de su amigo y sacerdote Rutilio Grande, del propio presidente Humberto Romero. En los años 1978, 1979 y 1980, Óscar Romero sería más critico y severo con los Gobiernos de turno, en 1979 se crea la Primera Junta Revolucionaria de Gobierno, conformada por los militares coronel Jaime Abdul Gutiérrez y el coronel Arnoldo Majano, y por la sociedad civil estarían Guillermo Manuel Ungo, Román Mayorga Quiroz, Mario Antonio Andino Gómez.
Al principio la JRG tuvo la aprobación de Óscar Arnulfo Romero, pero la Luna de Miel duró poco, las Juntas Revolucionarias de Gobierno al poco tiempo desencantaron al religioso. El 24 de marzo de 1980, día en que Monseñor Romero fue asesinado, El Salvador era gobernado por la Segunda Junta Revolucionaria de Gobierno, quienes habían tomado posesión el 9 de enero de 1980, los coroneles Jaime Abdul Gutiérrez y Adolfo Arnoldo Majano seguían en representación de las Fuerzas Armadas, y en la parte civil la conformaban José Antonio Morales Erlich, Héctor Dada Hirezi, quién fue reemplazado por José Napoleón Duarte, el médico José Ramón Navarrete, Rubén Zamora, Mario Zamora, Jorge Villacorta también pertenecieron en su momento a dicha JRG. Romero fue asesinado mientras oficiaba una misa del primer aniversario del fallecimiento de Sara Meardi de Pinto.
En tan poco tiempo Óscar Romero dejó sus homilías como recordatorio de su pensamiento y fe, y a pesar de lo que muchos piensan, Romero nunca favoreció a ningún bando político y así lo dejó dicho, mucho menos su interés fue hacerlo, leer o escuchar sus homilías es conocer a ese gran hombre que se convirtió en Santo.
En la Homilía del 18 de marzo de 1979, el tercer domingo de cuaresma, Monseñor Romero enumeraba los mandamientos actualizados a los problemas del país, acá unos de los los más importantes exposiciones del Santo salvadoreño, expuesto sin cambiar una sola coma ni corregir las faltas ortográficas del portal donde lo copié (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes), acá una parte de la Homilía del tercer domingo de Cuaresma (18 de marzo) del año 1979, un año antes de su muerte:
Primer mandamiento. Monoteísmo práctico… ninguna imagen. Otros pueblos: Imágenes de sus divinidades
El primer mandamiento, que nuestro catecismo lo anuncia sencillamente: «Amar a Dios sobre todas las cosas», la Biblia lo describe un poco más. «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud; no tendrás otros dioses frente a mí, no te harás ídolos, figura alguna de las que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y bisnietos cuando me aborrecen; pero actúo con piedad por mil generaciones».
Algunos protestantes quieren encontrar una acusación a los católicos, de las imágenes. No es el tiempo para dedicarnos a esto, pero de paso les digo que: Dios no nos está prohibiendo el uso de imágenes de santo sino que está prohibiendo el uso de imágenes de Dios. Las imágenes de los santos son retratos de personas que sabemos nosotros que están ya en la otra vida y para tenerlos presentes, como tengo presente a mi mamá, en el retrato que tengo junto a mi cabecera, sabiendo que no es ella la que está allí sino su efigie, tu retrato.
En cambio, la imagen que aquí se prohíbe, es la imagen idolátrica, la imagen cúltica. Revisando esto, las investigaciones modernas han encontrado las distinciones enormes que existen entre el pueblo de Israel y los pueblos vecinos que no tenían esta prohibición. Se han encontrado en las excavaciones de aquellos pueblos: En el judío, ni una sola imagen de su divinidad. En cambio, en los otros pueblos, sí se encuentran divinidades presentadas en formas de serpientes, en forma de animales, etc. Para evitar este peligro de idolatría, Dios manda que no se hagan imágenes de lo divino, que no se trata de representar a Dios con imágenes visibles, porque el día en que un judío estuviera de rodillas ante un ídolo, había traicionado todo el Decálogo: «Yo soy un Dios celoso -dice el Señor-, no quiero que adoremos a nadie fuera de Mí».
Éste es el sentido del primer mandamiento, el cual, como ven, tiene un gran sentido en nuestro tiempo. ¿Cuáles son los ídolos de nuestro tiempo? Lo hemos dicho muchas veces y por eso hay mucha gente que está pecando contra el primer mandamiento porque se ha erigido como ídolos: El dinero, el poder, la soberbia, la egolatría. Este primer mandamiento es la oportunidad de la Cuaresma para destronar todo ídolo que no sea el verdadero Dios. Sería el momento de revisar si en tu vida, en tus criterios, aprecias más que a Dios.
Segundo mandamiento. Mal uso del nombre Santo: Perjurio… apoyo de maldiciones… fórmulas mágicas
El segundo mandamiento, que nuestro catecismo dice «No jurar el nombre de Dios en vano», La Biblia lo presenta más largo: «No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso». Se refiere a tomar el nombre de Dios como juramento de algo falso. Tomar el nombre de Dios como fundamento para una maldición. Llegó a tanto el respeto de este segundo mandamiento que los israelitas no pronunciaban el nombre de Yahvé sino que decían: Adonai, que quiere decir «El Señor». La revelación del nombre santo es Yahvé, no es como dicen los testigos de Jehová, Jehová una corrupción de la palabra, eso no existe. Yahvé es el nombre.
¡Yahvé! Pero era tan santo y respetaban ese segundo mandamiento de no tomar sin respeto el nombre de Yahvé, que mejor no lo pronunciaban y lo cambiaban por otros: Adonai: «El Señor».
Tercer mandamiento. El sábado tiempo consagrado a Dios
El tercer mandamiento, que marca relaciones del hombre con Dios y es el signo de la alianza de Dios con Moisés, el Sábado. El Sábado, el descanso sabático, es como el arco iris, señal de una alianza; el domingo, señal también de la alianza como pueblo. Por eso, venir a Misa el domingo es como si estuviera aquí el pueblo de Dios renovando con Dios la alianza como pueblo. ¡Es bello mirar el domingo, a todos ustedes!
Yo les agradezco que la presencia de ustedes en la Catedral, hermanos, le dé tanta vida al día de precepto. Podrá preguntar: ¿por qué no el sábado, como dice la Biblia? Sábado es una palabra cuya raíz significa descanso. No es propiamente un día de la semana, sino un día de descanso. Para los israelitas fue el sábado, pero cuando Cristo resucitó en domingo, ya los primeros cristianos cambiaron ese día de descanso al día de conmemorar la Resurrección, que es la base de nuestra esperanza. Por eso dijo el Concilio: «Los católicos vienen a misa el domingo, se congregan para renovar su alianza con Dios, para darle gracias por la esperanza de la redención que llevan en su corazón» ¡A eso venimos el domingo, a renovar la alianza! Santificar el día del Señor; venir el domingo es parte de nuestros compromisos de alianza con el Señor. Y vemos en esta Asamblea reunida, lo que hoy he mencionado: La asamblea convocada por Moisés, cuando Dios le iba a hablar.
Yo les miro a ustedes, queridos hermanos, y sé que mi humilde ministerio no es más que el de Moisés: Transmitirles la palabra: «esto dice el Señor». Y qué gusto me da cuando en la intimidad de sus corazones, como lo dicen, a veces de palabra o por cartas que me llegan, lo que el pueblo le contestó a Moisés: «Haremos todo lo que Yahvé ha ordenado».
Es bonito encontrar gente, el otro día un padre me dijo que un señor andaba buscando confesarse -tenía cuarenta años de no confesarse- porque quería convertirse como había oído aquí en la Catedral.
Cuando dicen que yo predico política, yo remito a estos testimonios de conversión hacia Dios. Esto es lo que busco: ¡Conversión hacia Dios! Y si desde aquí señalo la política, muchas veces es por lo corrupto de esa política, para que se conviertan también a Dios los hombres que Dios ama aun cuando estén enlodados en el pecado.
Por eso vienen luego los siete preceptos de las relaciones de los hombres entre sí.
Ojalá me estuvieran escuchando hombres que tienen sus manos manchadas de homicidio. ¡Son muchos, por desgracia! Porque también es homicida el que tortura. El que comienza a torturar no sabe a dónde va a terminar. Hemos visto víctimas de torturas, llevados con mil subterfugios mentirosos, a morir en un hospital. Son asesinos también, son homicidas, no respetan lo sagrado de la vida. Nadie puede poner la mano sobre otro hombre porque el hombre es imagen de Dios. ¡No matarás! Yo quisiera llevar también esta palabra breve a ese mar inmenso de ignominia que mata hasta en las entrañas de la madre. El aborto, crimen abominable, también es matar. Y pensar que la que tortura, la que asesina, es su propia madre… ¡No matarás! Cuando Cristo perfeccionaba este mandamiento decía: «ya cuando comienzas a odiar, has comenzado también a matar». Por eso vino a perfeccionar él, con los consejos evangélicos, los mandamientos: para ponerlos lo más lejos posible de la posibilidad del hombre, para que fueran siempre felices no cometiendo las desobediencias contra la Ley del Señor.
Podíamos seguir aquí, porque este quinto mandamiento, entre nosotros, está muy descuidado, pero ¡trágicamente descuidado! Ojalá que ante la luz de mis palabras, que repiten la palabra de Dios, miráramos con más respeto la vida del hombre. Sobre todo, si ese hombre, está bajo el poder de quien lo está haciendo sufrir. ¡Respétalo, por favor! ¡No lo mates! ¡No lo estés matando! ¿Dónde están los desaparecidos? ¿En qué cárcel mueren languideciendo o ya murieron, ya los mataron? Digan siquiera para que las madres sepan siquiera dónde llevarles una corona a sus hijos que lloran en la incertidumbre…
¡No matarás!, aunque manejes tanquetas y fusiles de altos calibres. ¿Por qué murieron los espectadores de la huelga hace apenas unos pocos días? ¿Que no hay otra manera de apartar una muchedumbre más que tirando balas? Nueve hogares, por lo menos lloran la muerte inesperada, tal vez imprudente, pero imprudente de ambas partes. ¡No matarás! Ojalá se grabara con cincel en la conciencia y en el corazón del que trata con otro hombre, sobre todo de autoridad a súbdito: ¡No matarás!, la ley de Dios lo manda.
Sexto Mandamiento. Santidad del matrimonio. Recto uso
¡El sexto mandamiento, también hay tanto que decir! ¡No cometerás adulterio! Cuando miramos a la luz de la Ley de Dios el ambiente de nuestro País, nos asombramos cómo Dios todavía nos tenga paciencia y no nos trate peor de lo que nos está tratando por culpa de nosotros mismos. Es la santidad del matrimonio, es que sólo en el matrimonio puede haber la relación sexual de un hombre con una mujer y para salvar la santidad de ese acto que colabora con el Creador de Dios en la fecundidad de la vida, Dios prohíbe, terminantemente, toda relación fuera del matrimonio, entre hombre y mujer. Y he aquí otro buen negocio en El Salvador: los moteles, los burdeles, las casas de cita. ¡Cuánta podredumbre, cuánta miseria, cuánta explotación de la dignidad de la mujer, de la salud, de la vida del país! Y son buenos negocios. Y si uno creyera, se asustara cuando dicen: Es de Don…
Queridos hermanos, puede llover fuego sobre esta Sodoma. Son casas de pecado y que están ocupadas día y noche. Hay tiempo para ofender a Dios. No hay austeridad en la vida. La ley de Dios está sobrando.
¡No adulterarás! ¡No fornicarás!
Séptimo Mandamiento. Santidad de la propiedad privada. Incluye libertad
Séptimo en el precepto, en el Decálogo: ¡No robarás! Qué examen de conciencia podíamos hacer aquí, hermanos, cuando el robar como que se va haciendo ambiente. Y al que no roba se le llama tonto, y al que hace un negocio o emprende una obra y no saca su mordida -a veces de millones-, no ha sabido aprovechar. ¡No robarás! Otra cosa sería el país si no se robara tanto…
Quiero hacer justicia a muchas personas que tienen dinero y que son muy honradas y se quejan de que se les echa a ellos la culpa en todo. Nos hacen mirar hacia otra parte para decir: No son las catorce familias las culpables solamente, van multiplicándose ya esos apellidos. Van siendo ex-funcionarios bien provistos para su porvenir. Se van multiplicando propiedades, casas, negocios. ¿Será todo bien habido? ¡Bendito sea Dios! Pero, si en el fondo está quejándose el séptimo mandamiento, no puede bendecir el Señor. ¡No robarás!, es la verdad y lo que tienes lo has robado, lo has robado al pueblo que parece en la miseria, lo has robado… Cuántas más cosas podrían decirse de este precepto para el cual parece que ya no hay importancia. Pero, hermanos, robar siempre será pecado. Y será Ley de Dios no robar.
Octavo Mandamiento
Sigue el octavo precepto: «No darás testimonio falso contra tu prójimo». ¡La ley de la sinceridad! Yo quiero darle gracias a Dios porque la Iglesia tiene el lenguaje de la sinceridad. Quiero darle gracias a Dios porque, en medio de un mundo de mentiras, donde nadie cree en nada ya, se le cree todavía a la Iglesia. Gracias a Dios que se conserva el sentido de credibilidad. La capacidad de dialogar, porque saben que la Iglesia no engaña. Es dura, porque no sabe mentir. Pero en este mandamiento de la mentira ¡Cuántas cosas también habría que recordar! ¿Quién cree las noticias de nuestros periódicos, sobre todo cuando las comentan en favor de ciertos intereses? Por suerte que el pueblo -y yo lo felicito- está aprendiendo a leer y está aprendiendo a oír radio y está aprendiendo a ver televisión. No todo lo que sale allí es verdad. Hay mucha mentira. Hay mucho pecado contra el octavo mandamiento.
Un escritor moderno dice: «Si amaneciéramos un día con el propósito de cumplir la Ley de Dios, al llegar a su casa y buscar el periódico, encontrarías muchos lugares en blanco». ¡Ah!, es que ahora está prohibido mentir. Cierto que habría más confianza en las relaciones de los hombres, pero ¿A qué hemos llegado en nuestro ambiente?: Queridos hermanos, a una desconfianza tan grande que siempre que vamos a platicar con alguien miramos a todas partes a ver quién está oyendo. Porque el ser oreja, también es pecado contra el octavo mandamiento… Porque muchas veces la información que se lleva va inspirada por un odio, por una venganza. Así he visto sufrir a muchos hombres porque los mal informaron, dieron falso testimonio de ellos. Lo que está pasando con las comunidades de nuestra Iglesia es que son víctimas de este pecado: El falso testimonio.
Me acuerdo cuando me enseñaron algunos que dicen argumentos para la expulsión de algún sacerdote. Pude darme cuenta de la mentira y del descaro con que se llevan informaciones donde se toman decisiones injustas, inspiradas en el pecado contra el octavo mandamiento. ¡Un poco de conciencia, queridos hermanos!, un poco de conciencia para decir siempre la verdad. Mejor callar, aunque a veces el callar es cobardía cuando tienes que hablar desmintiendo al que está pecando con falso testimonio.
Noveno y Décimo mandamiento. Los deseos ilícitos que pueden desembocar en acciones contra el sexto y séptimo mandamientos
Vienen los dos últimos preceptos: «No codiciarás los bienes de tu prójimo», «ni desear la mujer del prójimo», como preceptos previsores para no caer luego en la violación de la santidad de la propiedad o del matrimonio.
Como ven, los mandamientos escritos en el Monte Sinaí, como nos continúa diciendo la Biblia, son lo más grandioso de las relaciones con Dios y de nuestras mutuas relaciones. Ojalá que esta Cuaresma sea para volver a una revisión de vida y ver cómo cumplimos.
En su Homilía del 24 de julio de 1977 decía: “¿qué es el pecado? ... el pecado es irrespeto a lo que Dios quiere; y entonces el hombre que quiere buscar su felicidad fuera de Dios, o contra Dios, pone su felicidad en las creaturas, en el dinero, en el poder político, en la carne, en la lujuria, en un amor adulterino”.
En la Homilía del 6 de noviembre de 1977: El hedonismo es: “únicamente poner un uso de funciones corporales al servicio del placer, del egoísmo”.
En su Homilía del 28 de diciembre de 1977 atacaba el aborto: “En su forma institucionalizada mata el ejército, mata el que secuestra, mata también la madre que manda a abortarse. Todos estos son crímenes que claman al cielo”.
En su Homilía del 19 de junio de 1979, el reclamo es claro hacia el asesinato del Ministro de Educación por parte de la guerrilla: “Si sentimos la represión porque nos matan a jóvenes y gente que ya es grande, lo mismo es quitar la vida en las entrañas de la mujer: es hombre como el profesor que es asesinado, como el Ministro de Educación que es asesinado; también el niño en las entrañas es un hombre que por el aborto es asesinado”.

.webp)
Comentarios
Publicar un comentario